RIVER VERSUS RIVER
Nuevamente debo aclarar que de técnicas y reglamentos
de fútbol no sé nada (ES DECIR, NI UN COMINO). Si digo que veo fútbol, por ser
simpatizante de River Plate y disfruto cuando los equipos cualquiera sea, con
destreza y/o delicadeza llevan la pelota hacia adelante o cuando con pases
certeros colaboran para convertir la acción en gol.
En la vuelta de Marcelo Gallardo y por este mismo
medio mostré mi preocupación; dado que las “segundas vueltas nunca fueron
buenas”. Valore su primera participación por emular o superar tal vez otras
grandes y gloriosas etapas del club.
Pero… observo siempre con sentido común el paisaje. Ya
en los primeros tiempos, a pesar de retirarse con toda la gloria; quedaba atrás
un vestuario raro, inquieto, convulsionado. Vino Martin Demichelis y me agrado
la apuesta (veía en el por su larga estadía en prestigioso club y nada de
improvisación, la posibilidad de desarrollar nuevos esquemas de juego, que nos
lleve a equiparar a las ligas europeas). Ocurre que, con el tiempo, esos
esquemas para florecer requieren no sólo esfuerzo, sino, también disciplina y
nada de privilegios. De pronto, parió la abuela y todo se hizo agua.
Lo que digo en adelante será grotesco, pero no
indebido. Todo me comenzó a saber una suerte de asociación con jugadores
estrellados que imaginaban jugar de taquito en el fútbol argentino con auras de
superioridad en el resto y la otra pata que proyectó un futuro de puro triunfo;
actitudes que terminaron incidiendo en el ánimo colectivo del Club River Plate.
P/D: me quede corto, pero me cuesta ofender
Juan Luis Coria (Santiago del Estero, noviembre 26 del
2025)
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