Santiago
del Estero, Octubre 26 del 2017.-
AMIGOS DE VIDA SOCIAL, DEPORTIVA Y POLÍTICA
SOCIEDAD
Ese dicho popular “dime
con quién andas y te diré quién eres”, nada más cierto que en esta oportunidad.
Un incidente tal vez comprensible, desnuda la esencia de su concepción. Ocurrió
esta mañana temprano, luego de una tormentosa noche.
Razones de mi
incumbencia, hacen que salga a la calle antes de mi horario habitual, pero con
plena luz de día. Sorpresa, casas más
adelante, camioneta de porte y gama ocupaba completamente la vereda (espacio de
desplazamiento de peatones); dispuesto a ignorar, indignado continuo por la
calle considerando la desconsideración del responsable y al sobrepasar, mas
sorpresa (el vehículo ostentaba cartelera electoral del gobierno de turno). Por
lo general, no callo los destrato en la vía pública cualquiera sea su
naturaleza; podrán imaginar que inmediatamente paso a tomar este caso como de
lesa “impunidad”.
Llamo a la puerta del vecino frentista, al ser atendido, saludo con un
buen día y recibido digo: ignorar si es su costumbre, preguntando además si le
parecía correcto el estacionamiento que obstruía; por respuesta tengo su
consentimiento de propiedad del vehículo y como de su vereda se trataba
(expresión suficiente para no permitir justificativo arrogante y responder de
inmediato con elegancia las palabras con que describo a la imbecilidad). Seguidamente,
esgrime más razonablemente que no es su costumbre y que lo hizo en prevención
del granizo que se avecinaba en tormentosa noche. Disculpa que tomo a medias,
puesto que ya había trascurrido varias horas de la emergencia y bien se podía haber
librado el espacio que a horas bien tempranas, numerosas madres trasladan a sus
hijos a una escuela ubicada en el centro de nuestro barrio.
Lo que no disculpo, es el
consiente, subconsciente o cultura de un modo de operar. Propio de modalidades,
si bien con gran arraigo, acrecentadas en el publicitado Nuevo Santiago.
Actitudes, como denunciaba al comienzo de la nota “desnudan la esencia de una concepción”
o sea, imaginarse en impunidad permanente.