martes, 7 de agosto de 2018

EVOCACIÓN FAMILIAR


               
Esta mañana, caminando las calles de mi ciudad, al cruzar Plaza Libertad, vino a mi recuerdo una fecha memorable; inmediatamente ingrese a La Catedral a honrar ese recuerdo tan caro a mis emociones. Siete de agosto, más allá del tema Cayetano, era el día en que mis padres con veintitrés años se unían en matrimonio. Mi madre era una hermosa mujer y mi padre muy apuesto, mi pregunta era; cuantas ilusiones y proyectos estaban en sus mentes y corazones en esos días. Muchos de ellos, con mis hermanas, tuvimos oportunidad de verlos, puesto que de ella teníamos toda la contención y de él, nada nos faltó; ambos,  nos prodigaban todo lo necesario para crecer en valores humanos y materiales. Hubo errores, pero no somos los hermanos que debemos juzgar; personalmente, si los que me conocen ven algo de bueno en mí, les digo amigos míos los heredé de ellos.

    
     Amigos de la vida social, deportiva y política. No soy de hablar de intimidades, pero me siento lo suficientemente orgulloso de mi crianza como para sentir vergüenza de hacerlo público. Sepan disculpar.
Desde Santiago del Estero, Juan Luis Coria (07-08-2018 / 19:10)

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