Esta mañana, caminando las calles de
mi ciudad, al cruzar Plaza Libertad, vino a mi recuerdo una fecha memorable;
inmediatamente ingrese a La Catedral a honrar ese recuerdo tan caro a mis
emociones. Siete de agosto, más allá del tema Cayetano, era el día en que mis
padres con veintitrés años se unían en matrimonio. Mi madre era una hermosa
mujer y mi padre muy apuesto, mi pregunta era; cuantas ilusiones y proyectos
estaban en sus mentes y corazones en esos días. Muchos de ellos, con mis hermanas,
tuvimos oportunidad de verlos, puesto que de ella teníamos toda la contención y
de él, nada nos faltó; ambos, nos prodigaban
todo lo necesario para crecer en valores humanos y materiales. Hubo errores,
pero no somos los hermanos que debemos juzgar; personalmente, si los que me conocen
ven algo de bueno en mí, les digo amigos míos los heredé de ellos.
Amigos de la
vida social, deportiva y política. No soy de hablar de intimidades, pero me
siento lo suficientemente orgulloso de mi crianza como para sentir vergüenza de
hacerlo público. Sepan disculpar.
Desde Santiago del Estero, Juan Luis
Coria (07-08-2018 / 19:10)
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